Cuando naciste brotaron las
más lindas flores,
pétalos
de ricas esencias, de muchos colores.
Tus
encantos
resaltaban
tu bello linaje,
el
aroma
de
tu pelo,
lindos listones y encajes.
Te conocí tan bella,
mi amada esposa.
Madre de
nuestros hermosos hijos.
A nuestro lado fuiste la más dichosa.
Te fuiste para siempre
mujer
preciosa.
Querida
mía,
ahora
que no estás a nuestro lado,
te extrañamos
demasiado,
con
un profundo dolor.
Sin ti
amor, parece que el sol se ha
apagado.
El
perfume
de
tus
flores
se
han
marchitado.
Hace falta
tu
delicadeza,
tu
desvivido amor.
Dios quiso que con
ÉL
a
las
alturas
fueras.
Que en este mundo
terrenal ya no sufrieras.
Él te dará su bendición y todo su amor.
En cambio yo no me resigno a que partieras.
Mírame, estoy
vacio
muriendo de dolor...
Tú
tranquila
cariño,
en
la
gloria
reposas.
Duerme,
descansa en paz
mi adorada esposa.
En
mi
corazón
siempre
serás
honorada
y recordada.
En
el
cielo
serás
la
estrella
más
iluminada,
serás
admirada,
la
única
palpitante
y
grandiosa.
Autora:
Karinoza45
©
2003
Derechos
Reservados
Febrero
28,
2003
Este poema no me aplica. Petición de un lector
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