Arrancamos de los ojos de la noche
el secreto enajenante del silencio;
y unas bocas se buscaron en el tiempo
y en el tiempo se entregaron nuestras bocas...
Y en la flor se escondieron unas manos
que calladas, sigilosas, te buscaban;
y el hechizo de una estrella nos dio miedo,
y en la estrella se fundieron nuestros sueños...
Y en el manto constelado de un instante
de un minuto que callado se esfumaba,
y en la almohada nupcial del universo,
se entregaron, se fundieron nuestros cuerpos.