Viene la voz un tanto
discordante, para cantar al fin lo no cantado; para
decir aquello que en un tiempo selló mi corazón, aquellas
noches me dieron la verdad adivinada, lo que quise decir
y no he dicho, lo que digo por fin, recuperando una
sombra, un recuerdo , una mentira.
Esos días de tierna
primavera, de otoño de cristales y castañas; esos días
de invierno, cobijado en un ir y venir de calofríos me enseñaron que no es breve el amor ni
qu el olvido es largo. Me esneñaron que el amor es tan
largo como quieras mientras quieras amar, y que el
ovido no existiera jamás, aunque lo quieras.
Me
enseñaron también que le tiempo pasa, ¡oh, verdad repetida
hasta el cansancio! y que deja una sombre tras tu
cuerpo, borrable como tu; tan pasajera como tu; tan frágil como
tu.
Y me eseñaron mas
aquellos años que jamás debo dejarte partir.
Miguel
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